Francisco de Goya (1746-1828) es uno de los pintores más importantes y revolucionarios del arte español. Su obra abarca desde retratos de la nobleza hasta escenas populares y temas oscuros que reflejan la complejidad de la sociedad y la psicología humana. A lo largo de su vida, Goya fue testigo de momentos turbulentos, como la Guerra de la Independencia contra Napoleón y los cambios políticos en España, lo que influyó profundamente en su estilo y temáticas. Sus pinturas, llenas de emoción y crítica, nos invitan a explorar no solo la historia, sino también las profundidades del alma humana.
“El aquelarre” (1798)
Representa una crítica profunda a la superstición, la ignorancia y el poder represivo de la Iglesia y el Estado en la España de su tiempo. La obra muestra una escena tenebrosa en la que un macho cabrío, símbolo del Diablo, encabeza un aquelarre rodeado de brujas con rostros deformes. Goya no busca representar lo sobrenatural, sino ridiculizar las creencias irracionales que fomentaban el miedo en la sociedad. A través de esta imagen grotesca, denuncia cómo las autoridades utilizaban la superstición y miedo como herramientas de control y manipulación del pueblo.

“Saturno devorando a su hijo” (1823)
Es una obra oscura de la última etapa de Goya, pintada entre 1819 y 1823 como parte de sus Pinturas Negras, en un momento de profundo desencanto personal y social. Representa al dios Saturno devorando a su hijo, y simboliza la destrucción causada por el tiempo y el poder absoluto. La pintura refleja la angustia y el pesimismo de Goya ante la violencia y el caos que vivió en España.

“Dos viejos comiendo sopa” (1823)
Nos presenta una impactante distorsión del cuerpo humano para transmitir la esencia de la vejez, la miseria, la soledad y el deterioro físico. La escena muestra a dos figuras ancianas de sexo indefinido, especialmente la de la derecha, con rasgos que recuerdan a una calavera, lo que sugiere la cercanía de la muerte. Esta imagen podría reflejar la percepción que Goya tenía de la vejez, etapa en el que él ya estaba. Por su temática y estilo, esta obra se anticipa claramente al expresionismo del siglo XX.

“Romería en San Isidro” (1823)
La escena presenta en primer plano a un grupo de mendigos en un paisaje oscuro y siniestro. Todos los integrantes de la procesión, liderados por un ciego, muestran una apariencia grotesca y parecen estar atrapados en un estado de trance. Sus rostros deformados, bocas abiertas y ojos muy abiertos sugieren una pérdida de control racional. Esta pintura actúa como una crítica visual a la irracionalidad y al atraso que puede provocar el fanatismo religioso.

“El entierro de la sardina” (1812-1819)
Refleja una celebración popular tradicional en España que marcaba el final del carnaval y el comienzo de la Cuaresma. En esta pintura, Goya capta la mezcla de fiesta y caos, con figuras que parecen disfrazadas y una atmósfera festiva pero también un poco inquietante, lo que muestra la ambigüedad entre la alegría y la oscuridad de las costumbres humanas. La obra revela la habilidad de Goya para combinar lo cotidiano con lo simbólico, es una crítica social y una mirada profunda a las tradiciones y al comportamiento colectivo de su tiempo.
