Cada vez que elegimos qué comer también decidimos, sin notarlo, el tamaño de nuestra huella de carbono. Se calcula que la producción y distribución de alimentos genera una cuarta parte de las emisiones globales de gases de efecto invernadero. Eso significa que lo que pasa en la cocina tiene un peso climático tan grande como el transporte o la industria.
Más allá de los kilómetros
Solemos pensar que lo más contaminante es traer comida desde lejos, pero en realidad la mayor parte de las emisiones ocurre en la producción, sobre todo en la carne y los lácteos. Por ejemplo, un kilo de carne de res puede generar hasta 60 kilos de CO₂ equivalente, mientras que un kilo de legumbres apenas llega a dos kilos. Cambiar algunas porciones de carne roja por opciones vegetales tiene un efecto ambiental mayor que obsesionarse con el origen del producto.

Local y de temporada, la combinación ideal
Comprar local ayuda a reducir transporte y, sobre todo, fortalece a los productores de la zona. Pero lo que realmente hace la diferencia es elegir productos de temporada: una fruta cultivada en su estación requiere menos energía que aquella forzada en invernaderos calefaccionados. Así, un jitomate local en verano es una gran elección, pero en invierno puede ser más sostenible traerlo de otra región donde crezca de forma natural.
El desperdicio, el gran enemigo invisible
En el mundo se desperdicia alrededor de un tercio de los alimentos producidos, y la mayor parte ocurre en los hogares. Tirar comida no solo significa perder dinero: también implica desaprovechar toda el agua, energía y recursos usados para producirla. Planear mejor las compras, servir porciones más pequeñas y aprovechar sobras puede marcar la diferencia.
Pequeños cambios, gran impacto
Ser consciente de la huella alimentaria no significa renunciar al placer de comer. Al contrario: se trata de elegir mejor, aprovechar lo que tenemos y reconectar con los ritmos naturales de la tierra. Comer más plantas, menos carne, respetar las temporadas y reducir el desperdicio son pasos sencillos que, sumados, alivian el impacto climático y nos invitan a un estilo de vida más equilibrado.