El cineasta mexicano Guillermo del Toro ha emprendido uno de sus proyectos más visionarios: la creación de un centro internacional dedicado a la preservación, formación y estudio del stop motion. La iniciativa, desarrollada en colaboración con Netflix y la reconocida escuela de artes visuales Gobelins, en París, busca asegurar el futuro de una de las técnicas más artesanales y poéticas del cine contemporáneo.
Del Toro, ganador del Óscar por Pinocho (2022), ha señalado que esta forma de animación “está al borde de la extinción” y que mantenerla viva requiere de artistas apasionados, casi devotos, capaces de resistir la inmediatez tecnológica. Para él, la animación stop motion representa lo opuesto a la automatización: es una práctica humana, tangible y emocional que no puede reemplazarse con inteligencia artificial.

Una técnica en peligro de desaparecer
La animación stop motion consiste en crear movimiento cuadro por cuadro, mediante la fotografía de objetos o figuras físicas con ligeras variaciones en cada toma. Este método exige paciencia, precisión y un enorme trabajo manual, lo que lo ha hecho cada vez menos común frente a las técnicas digitales.
Guillermo del Toro ha defendido esta forma de arte como un acto de resistencia creativa. En distintas entrevistas, ha explicado que el stop motion es una expresión profundamente humana: “cada fotograma está hecho por manos reales, con imperfecciones que le dan vida y alma a los personajes”. En un momento en que la inteligencia artificial domina muchas áreas del entretenimiento, el director busca preservar aquello que sigue siendo imposible de replicar por máquinas: la emoción artesanal.
Un espacio para formar y conservar
El nuevo Centro Internacional de Animación Stop Motion funcionará como un espacio de formación, investigación y conservación. En él, jóvenes creadores podrán aprender directamente de artistas y mentores experimentados, participar en producciones reales y contribuir al archivo histórico de esta técnica.
La sede estará en la escuela Gobelins, una de las instituciones más prestigiosas del mundo en artes visuales, diseño y animación. Netflix, por su parte, fungirá como aliado estratégico, ya que aporta recursos y una plataforma de difusión global para los proyectos que surjan del centro.
Aunque aún no se han revelado los detalles técnicos —como la inversión total, el calendario de apertura o el equipamiento final—, Valerie Moatti, directora del centro, aseguró que la planificación avanza y que en los próximos meses se anunciarán los primeros programas y convocatorias.

Del “Taller del Chucho” al sueño internacional
Este nuevo proyecto no es un gesto aislado. En México, Del Toro ya había creado El Taller del Chucho, un espacio dedicado a la animación stop motion ubicado en Guadalajara, Jalisco. Este taller ha servido como semillero para jóvenes talentos y como punto de encuentro para producciones que apuestan por técnicas artesanales, maquetas y esculturas físicas.
Además, el director ha impulsado la beca Animéxico, en colaboración con Gobelins, para que estudiantes mexicanos puedan formarse en Francia y acceder a educación de nivel internacional. Este nuevo centro, por tanto, representa una expansión natural de su compromiso con el impulso a la animación como arte y oficio.
Tras el éxito internacional de Pinocho, Del Toro consolidó su papel como uno de los mayores defensores del stop motion contemporáneo. En aquella producción —realizada con más de 300 escultores, animadores y técnicos— demostró que esta técnica no pertenece al pasado, sino que puede renovarse con profundidad emocional y estética moderna.
Impacto cultural, formativo y creativo
El Centro Internacional de Animación Stop Motion promete tener un impacto significativo en múltiples niveles. Desde el punto de vista cultural, busca preservar un legado histórico del cine que combina artes plásticas, fotografía, escultura y narrativa. A nivel formativo, pretende dotar a nuevas generaciones de herramientas prácticas y teóricas que permitan sostener y reinventar la técnica.
En el plano económico, fomentará la creación de empleos especializados en áreas que van desde la fabricación de maquetas hasta la escultura, la iluminación y la dirección artística. Finalmente, su impacto creativo será clave: permitirá que las historias animadas con materiales reales —de madera, tela o arcilla— conserven su capacidad de emocionar en un mundo saturado de imágenes digitales.
Con esta iniciativa, Guillermo del Toro reafirma su papel como uno de los grandes guardianes del cine hecho con manos, tiempo y alma. Su cruzada por el stop motion no solo busca proteger una técnica, sino mantener viva una forma de mirar el mundo a través del arte, la paciencia y la imaginación.