Una nueva visión de la vivienda emerge en el diseño arquitectónico contemporáneo: poner al jardín en el centro de la casa y no al revés. Esa fue la premisa con la que el arquitecto Bernat Llauradó creó Casa Mariposa, una vivienda de apenas 146 metros cuadrados que ha sido reconocida en los Premios de Arquitectura de Girona 2025 por su integración sutil y respetuosa con la vegetación que la rodea.

Un encargo que nació de una frase

Cuando Llauradó se reunió por primera vez con sus clientes, estos no le dieron referencias de estilo, materiales ni imágenes inspiracionales. La única instrucción fue clara y desafiante: “Queremos un jardín con casa, no una casa con jardín”.A partir de esta frase, el arquitecto ideó una vivienda donde la naturaleza circundante se convierte en protagonista y diluye los límites del edificio tradicional.

El proyecto, situado en una parcela de forma singular en las afueras de Vilopriu, en la región de Baix Empordà (España), responde a esa idea mediante una cubierta en forma de uve que permite que la vivienda pase prácticamente desapercibida entre los arbustos, árboles y plantas.

Diseño que dialoga con el entorno

La vivienda está diseñada en una sola planta, lo que refuerza su relación con el jardín. Grandes ventanales y puertas de vidrio conectan visual y espacialmente el interior con el exterior: desde cualquier estancia se percibe la vegetación que se integra con los espacios cotidianos, como la sala, el comedor o los dormitorios.

Además del impacto visual, la elección de materiales —como la cerámica, la madera y el vidrio— contribuye a que la casa se “desvanezca” entre los tonos y texturas naturales del paisaje. Los muros de ladrillo con aislamiento, las vigas de abeto y los detalles en madera certificada ayudan a crear una atmósfera cálida y armoniosa que responde tanto al clima como al entorno.

Jardín como arquitectura

El jardín no se limita a ser un fondo decorativo, sino que funciona como un elemento estructurante del proyecto. Junto a ella, se diseñó una vegetación densa, con especies mediterráneas de bajo consumo de agua —como lentisco, madroño o salvia— que promueven un paisaje sostenible y adaptado al clima local.

Este enfoque, en el que el jardín “entra y sale” del espacio construido, recuerda ideas clásicas de arquitectos que enfatizan la continuidad entre interior y exterior. Por ejemplo, proyectos como la Casa Rudofsky entendían el jardín como un contenedor complementario del espacio doméstico, difuminando los límites entre lo construido y lo natural.

Funcionalidad y confort en pequeño formato

Dentro de sus 146 m², Casa Mariposa integra con eficiencia todas las funciones necesarias: áreas privadas como dormitorios y baños se articulan alrededor de espacios públicos amplios que dan al jardín, mientras que la circulación interior está pensada para que en cada punto haya conexiones visuales con la vegetación.

El uso de estrategias pasivas —como la orientación de las aberturas y la vegetación que provee sombra natural— ayuda a moderar las condiciones térmicas sin depender exclusivamente de sistemas mecánicos, una tendencia cada vez más valorada en arquitectura sostenible.

Una nueva lectura de la vivienda contemporánea

Casa Mariposa representa una nueva filosofía para pensar la vivienda familiar: no como un objeto separado del entorno, sino como parte de un paisaje vivo. Su éxito en los premios de arquitectura no radica solo en el diseño estético, sino en cómo responde a necesidades humanas y ambientales, proponiendo que la casa no se imponga al jardín, sino que sea un acto de coexistencia con la naturaleza.