El Tribunal Supremo de España emitió una sentencia histórica que reconoce oficialmente a la artista japonesa Fumiko Negishi como coautora de 221 cuadros firmados por el pintor Antonio de Felipe, figura destacada del pop art español. La decisión, fechada el 30 de septiembre de 2025, pone fin a una larga batalla legal que comenzó hace más de ocho años.
Antonio de Felipe es conocido por su estilo colorido y su reinterpretación de íconos de la cultura popular —de Marilyn Monroe a Star Wars—, obras que durante años consolidaron su fama en galerías y museos. Sin embargo, detrás de muchas de esas piezas se encontraba también el trabajo de Negishi, quien colaboró con él entre 2006 y 2016 en la creación de buena parte de su producción artística.

En 2017, Negishi presentó una demanda en la que solicitó el reconocimiento de su autoría en más de doscientas obras que, según su testimonio, había pintado o terminado bajo las indicaciones de De Felipe, pero con aportes de su propio criterio estético. En un primer momento, el Juzgado de lo Mercantil n.º 3 de Madrid desestimó la demanda, al considerar que su papel era el de una ayudante de taller sin capacidad de decisión creativa.
Años después, en 2021, la Audiencia Provincial de Madrid dio un giro al caso al reconocer que la artista japonesa no se limitaba a ejecutar órdenes, sino que intervenía con autonomía y tomaba decisiones artísticas que modificaban sustancialmente la obra final. Esa resolución fue ahora confirmada por el Supremo, que ratificó la coautoría de Negishi en 221 pinturas, entre ellas algunas de las más emblemáticas del pop art español contemporáneo, como Marilyn Warhol, Salvar al soldado Chaplin y La rebelión de los clones.

La sentencia obliga a Antonio de Felipe a informar a los compradores de esas obras que Fumiko Negishi figura como coautora, así como a publicar el reconocimiento en una revista de arte de ámbito nacional. El fallo subraya que su aportación “no fue meramente mecánica ni subordinada”, sino que implicó decisiones creativas de valor artístico.
Este caso sienta un precedente importante en el mundo del arte contemporáneo al cuestionar los límites de la autoría y el reconocimiento dentro de los talleres de artistas. El Supremo deja claro que la creación no se reduce a la idea inicial ni a la firma en el lienzo, sino también a las decisiones estéticas que dan forma a la obra.
Más allá de lo legal, el reconocimiento a Fumiko Negishi abre una conversación necesaria sobre el papel de los colaboradores en el arte y la importancia de visibilizar las manos que, muchas veces, quedan en la sombra de la autoría.