La migraña y otros tipos de cefalea son las enfermedades neurológicas más comunes en México, con una incidencia que impacta de manera más fuerte a las mujeres. Aunque suele confundirse con un dolor de cabeza común, este padecimiento provoca crisis incapacitantes que pueden extenderse de 4 a 72 horas y que, en la mayoría de los casos, se acompañan de náuseas, vómito, sensibilidad a la luz y molestia ante los sonidos, lo que limita de forma considerable la vida cotidiana.
A nivel mundial, se estima que más de mil millones de personas viven con migraña, lo que representa alrededor del 10% de la población. En México, el problema alcanza a unos 17 millones de habitantes, equivalentes al 15% del total, con mayor prevalencia en la población económicamente activa. El impacto es notorio en mujeres que se desempeñan en sectores como el de servicios y el financiero, donde la exigencia laboral suele chocar con los episodios recurrentes de dolor.

De acuerdo con especialistas de la Asociación Mexicana para Cefaleas y Migraña (AMCEMIG), apenas el 27% de los pacientes busca ayuda médica y la mayoría lo hace con médicos generales, sin acceso a la atención especializada que se requiere para un diagnóstico temprano y un tratamiento integral. Este retraso en la atención favorece la cronificación de la enfermedad y el uso excesivo de analgésicos, lo que genera un tipo de dolor de cabeza asociado a la automedicación.
El doctor Jefferson Voltaire Proaño Narváez, neurólogo con subespecialidad en cefaleas, explica que las mujeres enfrentan una carga particular, ya que la migraña puede intensificarse durante el ciclo menstrual, la menopausia o en otras etapas clave de la vida. Entre el 7% y el 19% de ellas experimenta crisis vinculadas a los cambios hormonales, generalmente más intensas y difíciles de controlar.
Además de los síntomas físicos, la migraña genera un fuerte peso emocional y social. Muchas personas que la padecen enfrentan incomprensión y estigmatización, lo que se traduce en frustración y ansiedad. Esta situación se agrava porque los episodios ocurren principalmente en edades productivas, afectando tanto la vida laboral como las relaciones familiares.
En la actualidad, existen terapias innovadoras diseñadas específicamente para el tratamiento agudo y la prevención de la migraña, lo que representa un cambio significativo frente a las opciones tradicionales. Su aplicación permite a los pacientes recuperar estabilidad, productividad y bienestar.
Para los especialistas, resulta urgente que la migraña sea reconocida como un problema de salud pública, lo que garantizaría un mayor acceso a diagnósticos tempranos y a tratamientos eficaces. De esta manera, se abriría la puerta a mejorar la calidad de vida de millones de mexicanos y a reducir la carga emocional, social y económica que implica vivir con esta enfermedad.