En el corazón de Transilvania, dentro del encantador casco antiguo de Brașov, se encuentra uno de los rincones más curiosos y fotografiados de Rumanía: Strada Sforii, conocida como la calle más angosta de Europa. Este pasaje, que conecta dos calles del centro histórico, tiene entre 1.11 y 1.35 metros de ancho y cerca de 80 metros de longitud, lo que lo convierte en una experiencia única para quienes se aventuran a recorrerlo.

Aunque hoy es un punto turístico imperdible, su origen se remonta varios siglos atrás. Se cree que fue construido entre los siglos XV y XVII como un acceso auxiliar para los bomberos, que necesitaban desplazarse con rapidez entre las calles estrechas de la ciudad medieval. Con el paso del tiempo, su función práctica dio paso a una identidad más simbólica y cultural: la de un rincón histórico que conserva la esencia de la Brașov antigua.
Caminar por Sforii es como retroceder en el tiempo. Las fachadas color pastel, los muros cercanos y el empedrado restaurado en 2003 crean una atmósfera íntima, casi cinematográfica. Hoy, la calle se ha convertido en uno de los sitios más visitados por los turistas, no solo por su peculiar tamaño, sino por el aire romántico y misterioso que la envuelve.

Ubicada a pocos pasos de la Puerta Şchei y de la Iglesia Negra (Biserica Neagră), Sforii forma parte del recorrido obligado por el centro histórico de Brașov. Muchos viajeros la visitan para tomarse fotos, pero otros lo hacen para sentir el pulso de una ciudad que combina arquitectura medieval, historia viva y una energía moderna que late entre sus muros.
Más que una simple curiosidad arquitectónica, Strada Sforii representa el equilibrio entre lo antiguo y lo contemporáneo. Es el recordatorio de que, a veces, los lugares más pequeños guardan las historias más grandes. Así que si visitas Rumanía, no dejes fuera este rincón: cruzar la calle más angosta de Europa es cruzar también un pedazo del pasado que respira entre las piedras.






