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¿Qué ver y qué escuchar?
16/6/2025

¿Reproducir arte?

Hablemos de “la aura”, una idea de Walter Benjamin.

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16/6/2025

¿Reproducir arte?

Hablemos de “la aura”, una idea de Walter Benjamin.

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La obra de arte siempre ha sido reproducible. No lo digo yo, lo dice Walter Benjamin en su ensayo "La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica". Él menciona que todo lo que se ha hecho por seres humanos puede volverse a realizar por otros seres humanos.

Con el avance tecnológico, la reproducción ha dejado de ser únicamente manual: ahora existen múltiples formas de reproducción técnica.

Esto, sin duda, lo veo constantemente como artista. Me he dedicado, desde hace poco más de cuatro años, a pintar con acrílicos sobre diversos materiales. Asimismo, en los últimos dos años me he adentrado en la ilustración digital. En este tiempo y espacios, he podido notar que la reproducción es parte esencial de mi trabajo.

Dentro de esta labor, es común que me pidan versiones de obras reconocidas —no solo pictóricas— que debo replicar manual o digitalmente. Muchos artistas, de hecho, reproducen sus propias obras, y una de las maneras más comunes de hacerlo es a través de la digitalización. Al digitalizar una obra se abre la posibilidad de aplicarla sobre distintos soportes gracias a las impresiones. Basta con realizar una pintura o ilustración una sola vez para que esta pueda reproducirse en decenas o cientos de productos. ¿Con qué objetivo? Para vender. ¿Para qué vender? Para generar ingresos. ¿Y esos ingresos? Para seguir creando arte sin tener que sacrificar necesidades básicas, en un contexto donde los mecenas ya no existen.

Muchos artistas optamos por este camino, ya que no es habitual que alguien desconocido en el medio viva exclusivamente de la venta de piezas únicas. El ciclo “crear una obra, ponerla en venta y venderla a buen precio” es una dinámica privilegiada, poco común y, en muchos casos, insuficiente si se busca un ingreso constante derivado del arte.

Por eso, la reproducción no solo es útil, sino que se ha vuelto necesaria en muchos casos. Es una herramienta para sobrevivir en el ámbito artístico contemporáneo, pero también para satisfacer la demanda de públicos diversos que valoran el arte en formatos accesibles.

Con este panorama en mente, al seguir leyendo sobre las ideas de Benjamin, fue inevitable mi sorpresa ante uno de sus planteamientos: la “aura”, una cualidad única y valorada de la obra de arte auténtica. La aura se compone de la presencia que emana debido a su contexto cultural, histórico y social, lo que le otorga un valor que resulta imposible replicar por las diversas reproducciones, así sea esta manual.  Benjamin opina que este componente en las obras de arte disminuye en su época de reproductibilidad técnica.

Sin duda comprendo el planteamiento, pero al observar todo lo que pasa en la actualidad, también me pregunto: si la reproducción no anula la existencia ni el valor de la obra original, ¿debería preocuparnos tanto la pérdida del aura a los artistas? ¿No es posible que una reproducción, aún sin aura, despierte en quien la adquiere un interés genuino por su mensaje, su forma y su historia? ¿Y si esa copia es precisamente la puerta de entrada para conocer el contexto cultural del original?

Tal vez sí debería preocuparnos a los artistas que la reproducción borre el aura de nuestras obras, si lo que buscamos es preservar esa singularidad casi mística que envuelve a esas piezas únicas. Sin embargo, considero importante también reconocer que vivimos en una época donde el arte necesita adaptarse, transformarse y, en muchos casos, reproducirse para que continúe su existencia. El aura puede desvanecerse en la copia, pero no necesariamente se pierde el mensaje, la intención ni el impacto emocional.

Quizá no se trata de negar la pérdida del aura, sino de preguntarnos si esa pérdida debería pesar más que la posibilidad de que el arte continúe su circulación, para que así sea visto, sentido y compartido.

Si el mensaje sobrevive, si la emoción permanece y si la obra logra conectar, ¿realmente hemos perdido algo esencial? Tal vez no destruimos el aura, sino permitiéndole habitar nuevas formas, más acordes con el mundo en el que nos toca crear.

Por supuesto, estas preguntas no pretenden invalidar a Benjamin, sino más bien abrir un espacio para la reflexión. Como artistas, creo que es valioso detenerse a pensar en este tipo de ideas para acercarnos a nuestra pasión desde otra perspectiva, una que nos ayude a percibir la evolución del arte en su creación y difusión.

 

 

 

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