Después de 35 años tras las rejas, los hermanos Lyle y Erik Menéndez, conocidos por asesinar brutalmente a sus padres en 1989, podrían recuperar su libertad condicional. El caso, que marcó a toda una generación y fue ampliamente cubierto por los medios en los años 90, ha dado un nuevo giro tras la modificación de su sentencia por parte del Tribunal Superior de Los Ángeles.
Durante una audiencia encabezada por el juez Michael Jesic, se redujo la condena original de cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional a una sentencia con rango de 50 años a perpetuidad. Esto les permite solicitar de inmediato la libertad condicional.
“Creo que han hecho lo suficiente en estos 35 años como para que algún día tengan la oportunidad de salir en libertad”, expresó Jesic, reconociendo que, aunque se trató de “un crimen absolutamente horrible”, los hermanos han mostrado signos de verdadera transformación.
Lyle y Erik han participado activamente en programas educativos y grupos de rehabilitación en prisión. Familiares y aliados testificaron a su favor, asegurando que su arrepentimiento y evolución personal merecen una nueva oportunidad.

Al finalizar la audiencia, Lyle se declaró avergonzado por sus actos del pasado:
“Cometí un acto atroz contra dos personas que tenían derecho a vivir: mi madre y mi padre”.
Por su parte, Erik fue aún más crudo y directo:
“Disparé las cinco balas contra mis padres y luego volví para recargar. Le mentí a la policía. Le mentí a mi familia. Lo siento de verdad”.
El caso Menéndez ha sido objeto de múltiples documentales y series, y su posible liberación reaviva el debate sobre justicia, redención y la posibilidad de segundas oportunidades.