Dormir unos minutos a mitad del día no es un lujo, es una herramienta de bienestar. La siesta, práctica común en diversas culturas, está respaldada por la ciencia como un hábito que mejora la productividad, el estado de ánimo y la salud en general.
Según la National Sleep Foundation, una siesta corta puede aumentar la concentración, la memoria y la creatividad. Dormir entre 15 y 30 minutos ayuda a que el cerebro procese mejor la información y reduzca el estrés acumulado. Además, estudios de la American Heart Association señalan que descansar brevemente durante el día contribuye a regular la presión arterial y a disminuir el riesgo de enfermedades cardiovasculares.

El tiempo justo
La clave está en la duración. El neurólogo Michael Breus, especialista en sueño, recomienda no exceder los 30 minutos para evitar entrar en fases profundas de descanso que pueden generar somnolencia al despertar. Una siesta breve es suficiente para reactivar la energía sin afectar el sueño nocturno.
Dónde y cómo hacerlo
No necesitas una cama para descansar. Un sillón cómodo, una oficina silenciosa o incluso un asiento reclinable bastan para cerrar los ojos y desconectarte un momento. La Clínica Mayo aconseja elegir un ambiente con temperatura agradable y libre de distracciones para obtener un descanso reparador.
Más allá del descanso físico
La siesta también tiene un impacto emocional. Al regalarte unos minutos de pausa, envías a tu cuerpo y mente el mensaje de que cuidarte es prioridad. Esto no solo eleva tu energía, sino también tu estado de ánimo y capacidad de afrontar el día con mayor equilibrio.