Durante años hemos escuchado frases como “no cenes sandía porque te caerá pesada” o “la sandía en la noche hace daño”. Este mito ha viajado de generación en generación, pero… ¿qué tan cierto es?

La realidad es que no hay evidencia científica que respalde esta creencia. La sandía está compuesta en un 91% de agua, es ligera, fácil de digerir y está llena de antioxidantes, vitaminas A y C, además de minerales como potasio y magnesio.

Nutriólogos como Alexis Supan y Fernanda Alvarado aseguran que no existe contraindicación general para cenar sandía. Eso sí, como todo, se recomienda con moderación y evitando comer justo antes de dormir, ya que el exceso de azúcares a esa hora puede no ser lo ideal.

Entonces, ¿de dónde salió el mito?

El “peligro” se asocia a su índice glucémico alto, lo que hizo pensar que afectaba el sueño o el metabolismo. Sin embargo, la ciencia ya comprobó que la sandía no provoca insomnio ni molestias digestivas significativas.

Así que, si eres amante de esta fruta, puedes disfrutarla incluso en la cena. Solo escucha a tu cuerpo y, si quieres equilibrar, acompáñala con un poco de proteína para mantener estable el azúcar en la sangre.

Cenar sandía no es malo ni peligroso, y las advertencias sobre ella son más mito que realidad. Solo quienes tengan condiciones médicas específicas deberían consultar a un especialista antes de incluirla en su dieta nocturna.

¡Buenas noticias para los fanáticos de la fruta más refrescante del verano!